jueves, 4 de julio de 2013

Baeza y Úbeda, diez años después del repique de campanas

Hace exactamente diez años, Úbeda y Baeza recibían jubilosas la noticia de su declaración como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco. La buena nueva llegaba a media tarde desde París, donde se reunió el Comité de Patrimonio Mundial, y en ambas ciudades se pregonó a los cuatro vientos con un repique general de campanas. Sus habitantes sintieron una satisfacción especial, como si hubiera llegado el fin de una carrera de fondo, pero en realidad era el principio de un nuevo recorrido que había que asumir con mayor fuerza, como si se tratara de una carrera de relevos en la que un corredor finaliza exhausto a la vez que otro inicia el itinerario con las fuerzas intactas.
La fiesta, la música y los cohetes pasaron, dejando tras de sí un rastro de ilusiones que en algunos casos se han visto cumplidas con creces, y en otros se han quedado solamente en eso, en ilusiones. Con respecto a los objetivos hechos realidad, el principal cambio que se ha notado en esta década ha sido el incremento del número de visitantes que las dos ciudades renacentistas reciben anualmente, lo que ha llevado aparejado un crecimiento del sector turístico, sobre todo en lo que se refiere a hostelería, alojamientos y servicios. Pero a la contra, poco han cambiado en diez años asuntos tan prioritarios como las comunicaciones o la gestión conjunta entre ambos municipios de todo lo que tiene que ver con la declaración.
De lo que siente el turista cuando llega a Úbeda y Baeza, y de la sensación que se lleva en su maleta cuando se marcha, sabe mucho Andrea Pezzini, responsable de la empresa de servicios turísticos Artificis. Sabe mucho porque los integrantes de su equipo fueron pioneros en el sector y funcionaban de la mano del visitante antes de la declaración, por lo que vivieron en primera persona lo que supuso y ha supuesto hasta hoy.
Pezzini reconoce que el título de Patrimonio Mundial ha dado prestigio a las dos ciudades hermanas, aportándoles un sello de calidad que ha fomentado la llegada de visitantes. «Es un atractivo, un argumento, una excusa para vender el destino», asegura, a la vez que destaca que ha hecho evolucionar el sector desde el punto de vista empresarial con nuevos hoteles, restaurantes, bares, cafeterías, empresas de servicios... lo cual genera puestos de trabajo.

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http://baeza.ideal.es/reportajes/1270-baeza-y-ubeda-diez-anos-despues-del-repique-de-campanas.html

FUENTE: ALBERTO ROMÁN VÍLCHEZ, BAEZA IDEAL